48
Resulta que al final llevo la cuenta de mis años y tengo cuarenta y ocho. (Dejad de insistir, todavía no tengo los cuarenta y nueve). Cuarenta y ocho entonces, ni uno más ni uno menos, pero, a la vez, de alguna forma algo extraño me dice que sigo teniendo quince, o a lo sumo dieciséis. Un inocente chico en todo caso, tan pequeñito y débil, que no puede soportar esta carga donde se aprovechan de su juventud todos los putos dolores del mundo.