SOMBRAS

Quien podía hacerlo, habría decidido que aquella mañana no tendríamos un amanecer ya que el sol que trepó por el firmamento era tan negro como la propia noche. Aunque, algún equilibrio, por lo visto, sería preciso mantener porque las sombras que proyectábamos los desconcertados humanos, por el contrario, eran de los más llamativos colores. Sólo la mía seguía siendo tan oscura como siempre.

El naranja, el verde, el rojo instalaron la diversión y el desenfreno entre mis congéneres. Entre juego y juego descubrieron que mi ya atípica sombra era en realidad un pozo y, siempre ávidos de aventuras y sorpresas, bajaron por él volviendo con noticias de hermosas tierras ocultas bañadas por un magnífico sol amarillo.

No les creí y ellos, felices y despreocupados, encontraron rápidamente otros divertimentos.

Comentarios

  1. yO TAMPOCO LES HUBIERA CREIDO, JEJE.BESITINES.

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  2. Y por qué a los humanos nos atraen tanto los pozos? Nos inquietan, sí, pero una vez reunido el valor de asomarnos, todos pensamos, en un instante, al menos, en qué habrá allá abajo. No me creo que el protgonista haya sido el único que no ha explorado el pozo de su propia sombra. Cobarde!! z

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